Existe consenso con respecto a lo beneficioso que resulta para el ser humano el beber de dos a cuatro litros de agua por día. No solo porque hidrata, sino también porque entrega otros beneficios como el mejoramiento de la piel y el pelo, ayuda a evitar la retención de líquidos, además de colaborar con la digestión y la eliminación de toxinas.
Por todo esto, el consumo de agua embotellada en el mundo viene teniendo un alza sostenida durante las dos últimas décadas, con un crecimiento anual superior a un 12%. Sin embargo, más allá de los probados beneficios del agua, el lado negativo de esta historia radica en que sobre el 95% de las marcas de agua embotellada en el mundo utilizan envases plásticos en su producción.
De esta manera, mientras millones de habitantes del planeta mejoran su estado físico al consumir diariamente agua, al mismo tiempo se están generando millones y millones de botellas plásticas que, una vez vacías, no tienen mucho más futuro que el terminar –muchas veces incluso sin ser recicladas o reutilizadas- en un vertedero.
¿Qué podemos hacer entonces? Primero, no dejar de beber agua, porque nos hace bien. Y segundo, acostumbrarnos a filtrar el agua potable de nuestras casas, que es muy fácil. Para esto solo es necesario comprar alguno de los filtros que se venden en el mercado. Están los que se conectan directamente a las llaves (grifos) o se instalan fácilemente debajo de la tarja. ¿Qué hacen estos filtros? Incrementan la calidad del agua potable al eliminar el mal sabor que puede ocasionar el cloro que ésta contiene, además de algunos residuos y sales que pudieran estar disueltas. Los procesos principales de purificación que se utilizan son mediante luz ultravioleta, ósmosis inversa y ultrafiltración.
Y aunque los filtros en algunos países son algo caros y hay que renovarlos después de cierto tiempo, hay que tener en cuenta que la compra periódica de agua embotellada también termina siendo cara. Además, con los filtros se está colaborando a reducir la cantidad de residuos plásticos que llegan a la basura. Y eso, no tiene precio.